Sociólogo y politólogo.  Profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (2003/2022)

Sociología del sindicalismo. A propósito de R. Hyman

SOCIOLOGÍA DEL SINDICALISMO

A propósito de R. Hyman

ANTONIO ANTÓN

Madrid, noviembre de 1997

Resumen y comentario crítico, en primer lugar, del libro de Richard Hyman, El marxismo y la sociología del sindicalismo (1971) [1978]. En segundo lugar, valoro su otro libro titulado Relaciones industriales. Una introducción marxista (1975). Y, en tercer lugar, comento su artículo ¿Delegados obreros o funcionarios sindicales? (1979) y expongo unas conclusiones generales sobre la sociología del sindicalismo.


A) EL MARXISMO Y LA SOCIOLOGÍA DEL SINDICALISMO

            1º LA TRADICIÓN OPTIMISTA, MARX Y ENGELS.

            La posición de Marx y Engels expresada principalmente en 'La clase obrera en Inglaterra' y en 'El manifiesto comunista' es la siguiente según Hyman: Los logros sindicales estaban también limitados por las leyes económicas a largo plazo que tendía a la 'pauperización' cada vez mayor de los obreros. A pesar del restringido poder económico atribuido al sindicalismo, consideran que su potencial político era sumamente importante, atacando los fundamentos de la economía política capitalista.

            Tras la derrota de las revoluciones de 1848 tienen una serie de reservas. El desarrollo de la segunda mitad de siglo lo consideran como 'excepción': Los sindicatos no representaban a 'toda la clase obrera', sino a una 'minoría aristocrática' de 'obreros privilegiados'. Pero al ir afiliándose los obreros menos calificados, irían desapareciendo estas prácticas sectoriales. La corrupción de líderes traidores es una posible causa de la pasividad de la base sindical. El aburguesamiento de la clase obrera inglesa es como consecuencia de la posición monopolista del capitalismo inglés, que en la medida que desapareciese, también lo haría el aburguesamiento.

            2º LA INTERPRETACIÓN PESIMISTA: LENIN, MICHELS Y TROSKY

            * LENIN Y LA TEORÍA DE LA INTEGRACIÓN DE LOS SINDICATOS AL CAPITALISMO.

            El economicismo es la lucha económica por la mejora de las condiciones laborales sin representar una amenaza al orden capitalista. Lenin da una gran importancia al papel de la ideología: El movimiento obrero por sus propias fuerzas, sólo puede elaborar conciencia 'tradeunionista', 'sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario', la conciencia sindical incluye la 'acción política por reformas' económico-legislativas. Las posiciones de Lenin, especialmente en Qué hacer son contradictorias con las posiciones de Marx-Engels, aunque no analiza las implicaciones.

            * MICHELS y la regla férrea de la oligarquía.

            El movimiento obrero a pesar de los orígenes y objetivos democráticos es propenso a la 'regla férrea de la oligarquía': Necesidad de 'funcionarios especializados', 'difíciles de reemplazar', que imponen sus políticas, con 'estilo de vida pequeño-burgués'. Y, ampliando las tesis de Lenin se pueden desarrollar 'necesidades institucionales' que actúan como determinantes importantes de la política, confiriéndole un 'profundo carácter conservador'.

            * TROTSKY. LA CRISIS Y LA 'INCORPORACIÓN' DE LOS SINDICATOS.

            Ante el reto del movimiento obrero a la estabilidad del capitalismo según Marx, Trotsky plantea los siguientes aspectos:

            En la época de depresión económica, los logros económicos están limitados y la lucha económica lleva a la 'reorganización socialista de la sociedad' (Adónde va Inglaterra-1925).

            Hay una obstaculización a este proceso, como plantea Marx en sus últimos años, por la 'ideología conservadora de los líderes sindicales' (1925), que se sustenta en la 'burocracia sindical' (1929), y que es 'utilizada por el capitalismo para el control de los trabajadores' (1933).

            De forma sistemática expone la teoría de la 'incorporación de los sindicatos' en el libro 'Los sindicatos en la era de la decadencia imperialista (1940): 'El capitalismo monopolista exige que la burocracia reformista y la aristocracia obrera se transformen en su policía política y si no le reemplaza por el fascismo', ya que en la 'época de decadencia imperialista' la 'actividad sindical simple no puede ser absorbida por el capitalismo', a diferencia de la tesis leninista. Según Trotsky, la 'incorporación' era factible por las características de los sindicatos en la época anterior de elevar la situación material y cultural del proletariado y por tanto tenían prestigio sus líderes. la 'función represiva' era factible si la burocracia se divorciaba totalmente del control de la base.

            * DERIVACIONES RECIENTES. LA ORTODOXIA DE LAS RELACIONES INDUSTRIALES.

            Wright Mills tiene también una perspectiva 'catastrofista' como Trotsky: hay un estrechamiento de vínculos entre burocracia sindical y las instituciones de control del capitalismo, no solo a nivel estatal, sino de empresa, donde se da de forma más completa.

            Lester-Dahrendorf plantea que la causa de la 'incorporación' es la 'madurez', ya que la militancia joven y más dinámica del comienzo del sindicalismo cede progresivamente a la actividad burocrática. Según ellos estas condiciones 'externas' tienen una influencia fundamental para la 'incorporación' de los sindicatos, al igual que el objetivo de la 'seguridad sindical' del reconocimiento legal de los sindicatos. Plantean que 'la articulación del conflicto puede aumentar la estabilidad y cohesión de una sociedad' basado en que en la medida que 'los sindicatos ganen la aceptación de patronos y Estado, el conflicto industrial se vuelve cada vez más 'institucionalizado', y también es necesaria la 'integración en el cuerpo política más amplio', en decir en el conjunto de las instituciones democráticas.

3º PARCIALIDAD PESIMISTA: UNA APRECIACIÓN CRÍTICA.

            * ANDERSON opina que 'los sindicatos son, dialécticamente, tanto una oposición al capitalismo, cuanto un componente del mismo', por 'la diferencia de capital y trabajo en una sociedad de mercado'. Se genera conciencia de clase obrera, pero 'no socialista', ya que ésta 'sólo puede crearla un Partido revolucionario'. Según Hyman 'la primacía de las características integradoras del sindicalismo sobre las de oposición es obvia en ciertas fases del desarrollo capitalista'.

            * EN RELACIÓN A LOS PLANTEAMIENTO DE LENIN, Hyman plantea una pregunta: ¿Tiene capacidad el sistema capitalista para absorber los ataques económicos del sindicalismo?. Y, forma sintética, contesta de la forma siguiente:

            En la fase de expansión capitalista, con capacidad de concesiones económicas, depende del margen de concesiones en la coyuntura económica y del nivel de aspiración y organización de los trabajadores. Los sindicatos se plantean mejoras hasta donde el patrono está dispuesto a ceder y lo presentan como 'el gran logro y éxito'.

            En la fase de recesión, hay una reducción ordenada y valoración de las 'necesidades institucionales' de los sindicatos, de negociación, etc. Se quedan en el nivel de ingresos relativos y no absolutos y con el criterio de 'salario justo'.

            En el contexto económico inglés se reduce al mínimo el margen para las reformas sindicales por:

            - El estancamiento económico implica que el alza en los salarios no se puede financiar mediante crecimiento económico.

            - La redistribución en perjuicio de las ganancias es inaceptable por necesidad de inversión y por la competencia internacional.

            - Dificultad de financiarlas por la inflación debido a los desequilibrios externos.

            - La capacidad del sindicalismo británico para contener las aspiraciones económicas de los obreros se va evaporando y se va cuestionado el consenso normativo respecto a la 'estructura justa de ingresos', forzando a los sindicatos a articular las expectativas de sus miembros, legitimándolas con las consecuencias por ejemplo del movimiento huelguístico de 1971.

            La conclusión según Hyman es que la conjunción de malestar económico crónico y la presión sindical sostenida produce inestabilidad y un cuestionamiento a la teoría de la integración.

            * EN RELACIÓN A MICHELS Y SU TEORÍA FÉRREA DE LA OLIGARQUÍA, Hyman plantea algunas contra-tendencias:

            a) La actitud instrumental de los obreros hacia los sindicatos que exigen pragmáticamente buenos servicios y mejoras concretas, presionando a los funcionarios y limitando su libertad de acción. Y aunque los funcionarios sindicales pretenden 'aparecer' como que consiguen, incluso regateando, no reducen totalmente la insatisfacción de los trabajadores.

            b) La presión normativa para una práctica democrática de que los sindicatos deben de funcionar democráticamente por la presión de diversos factores. Por un lado la patronal que pretende deslegitimar la representatividad de los dirigentes sindicales y les obliga a presentar su apoyo en los trabajadores. Por otro lado, la opinión pública general, de carácter democrático. Y por último la propia base sindical más activa.

            c) No hay una organización sindical monolítica, como dice Michels y no sólo hay que atenerse a los canales formales de toma de decisiones (órganos regulares, estatutos, etc.). Existe también la experiencia de participación del 'sindicalismo departamental', similar a nuestros comités de empresa.

            * SEGÚN HYMAN, LA ESTRATEGIA DE 'INCORPORACIÓN' DE TROTSKY, se intensifica más de lo previsto por el propio Trotsky, ya que no se queda sólo en los líderes, funcionarios o burocracia, sino también llega a los 'delegados departamentales' en las fábricas por causas diversas. Por un deseo de relación estable con la dirección; por su tendencia a tratar las controversias como problemas a resolver; porque requiere la formalización del papel del delegado, y porque la 'regulación conjunta' con los empresarios sustituye las zonas en que los trabajadores ejercen autónomamente el control directamente, por ejemplo, con los pactos de productividad de los años 60 en el Reino Unido.

            Para remontar el debilitamiento del control de la dirección del sindicato, Hyman propone un mayor compromiso de los funcionarios liberados en la supervisión de las relaciones de producción de la fábrica, y por otro una mayor integración de los delegados y de las estructuras de negociación y contratación colectivas en la estructura oficial del sindicato que presupone que tiene una mayor resistencia hacia las dinámicas 'integradoras' y una visión más amplia.

             Siguiendo a Hyman y contra las previsiones de Trotsky y Michels, no hay un consentimiento absoluto de la burocracia de los sindicatos a este proceso de 'incorporación', dando algunos líderes respaldo a la 'actividad autónoma de la base' ante el riesgo de perder su control. Así se comprueba que en época de crisis hay una presión para la 'incorporación', pero no llega a las previsiones de Trotsky de que ante la ausencia del Partido Revolucionario esa 'incorporación' supondría el fin del sindicato.

            * HYMAN MATIZA TAMBIÉN LAS TEORÍAS ORTODOXAS DE LAS RELACIONES INDUSTRIALES. Según él, el análisis de la teoría de la 'madurez' sindical parte de que después de la primera fase de constitución del sindicato, en que se ve la necesidad de generalizar el descontento y los delegados son activistas opuestos al control capitalista, la segunda generación de delegados recibe la estructura sindical 'objetivamente' e incluso se suele descartar la posibilidad de un nuevo desafío de la clase obrera. Sin embargo, según Writg Mills, el delegado y líder es un 'administrador del descontento', que no puede eliminar enteramente la rebelión sin convertirse en obsoleto, combinando activismo y reposo.

4º CONCLUSIÓN, LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA SINDICAL.

            La experiencia inglesa de los 60 plantea que la actividad sindical pura y simple constituye 'una amenaza esencial' a la estabilidad de la economía capitalista en ciertas circunstancias, la ley férrea de la oligarquía sindical está sometida a importantes limitaciones y que el proceso de incorporación 'se topa' con importantes obstáculos. De ahí se deducen dos conclusiones:

            a) El sindicalismo representa una reacción contra la explotación capitalista, contra la extracción de plusvalía del trabajo de los obreros y a veces las demandas económicas de los obreros no tiene cabida dentro del marco del capitalismo.

            b) El sindicalismo, aunque menos coherentemente, plantea siempre los temas del poder y el control. El intento de regateo es una fuerte permanente de conflicto político. Aunque se cree una situación de inestabilidad, ésta es 'impretendida'.

            Pero según esa misma experiencia, no hay un reflejo del 'cuestionamiento general' de las relaciones capitalistas de producción. La hegemonía de la ideología burguesa es evidente. Los trabajadores, aunque son incapaces de aceptar la ideología dominante en relación a su propia acción, esta actividad es transitoria y pocas veces tiene como resultado una revisión duradera de la conciencia.

            Otra característica general es el respaldo tradicional del movimiento obrero inglés al parlamentarismo y el rechazo a utilizar la fuerza sindical en pos de objetivos políticos.

            * Siguiendo a HOBSBAWM la experiencia espontánea de la clase obrera está basada en:

            a) 'Demandas inmediatas e instituciones para conseguirlas'. Los trabajadores tienen ideas precisas sobre ello, y esta dinámica opera siempre y es compatible con la aceptación del sistema, a no ser que el sistema no logre permitir la demanda sindical mínima de 'una paga justa por una jornada laboral justa'.

            b) 'Un descontento general y antisistema, una aspiración general y un bosquejo general de alternativas socialistas'. Estas tienen poca importancia práctica, pero sí moral, cuando se presenta como probable el derrocamiento del sistema.

            Por otra parte, Hobsbawn considera importante la 'demanda transitoria', es decir, la lucha por reformas objetivamente inalcanzables que producirá conciencia sobre los límites estructurales del sistema.

            * HYMAN CRITICA AL LENIN del Qué hacer (1902), su rígida división entre conciencia sindical y socialista y la ausencia de 'ideología intermedia'. Por otra parte, Hyman plantea el 'optimismo' de Lenin en 1895 (Proyecto explicación del programa del Partido socialdemócrata), 1899 (Sobre las Huelgas), en 1905 (Huelga de Petesburgo) y en 1917 (Informe sobre la revolución de 1905), es decir, critica las tesis donde Lenin plantea la transformación y combinación de la lucha económica y política en el movimiento huelguístico.

            * ROSA LUXEMBURGO (1904) expone que la iniciativa y dirección de las organizaciones socialdemócratas tienen un papel secundario, la actividad socialdemócrata surge de la lucha de clases elemental y sólo en el curso de la lucha se recluta el ejército de la clase obrera. Así la organización, los procesos en la conciencia y la lucha, son aspectos distintos de un mismo y único proceso.

            Según Hyman la diferencia entre Rosa y Lenin, o entre Lenin de 1902 y 1905, son los límites de la conciencia sindical. No es tanto sobre la necesidad del Partido revolucionario, que ambos comparten, sino sobre el grado de ensanchamiento revolucionario de la conciencia que 'producían las luchas sindicales'.

            * GRAMSCI   mantiene las tesis de la integración de los sindicatos, a la que añade la de la burocratización. No obstante considera que los sindicatos coordinan las fuerzas productivas e imprimen al aparato industrial la forma comunista. Plantea también la necesidad de los consejos para oponerse a la tendencia institucionalista inherente al sindicalismo, porque son organizaciones de base representativa e inmunes a las tendencias integradoras y burocráticas, que desafían la integración y son organizaciones de control y poder.

            * HARRISON desarrolla el concepto de revolución social como proceso y no como ruptura revolucionaria. En consecuencia admite la posibilidad de incursiones de control obrero dentro del capitalismo. Parecido a la 'economía política del trabajo' de Marx, de que el proletariado puede establecer sus formas de propiedad y avanzar hasta la situación de doble poder. Hay que recordar que para Trotsky, (1931), la dualidad de poder en la fábrica puede preceder considerablemente a la dualidad de poderes políticos en un país determinado.

            * LA SITUACIÓN INGLESA ACTUAL (1970), según Hyman, no se debe identificar con los términos de Trotsky y Gramsci, pues no hay un control usurpado por los trabajadores, sino lo que ocurre es que los controles tradicionales se han vuelto intolerables en un contexto económico y tecnológico cambiantes. Así, los controles habituales sólo pueden mantenerse mediante una estrategia agresiva general contra las estructuras políticas y económicas.

            * ALGUNAS IMPLICACIONES:

            a) Hay que replantearse la teoría de Marx de que tras la 'pauperización' viene la radicalización. Igualmente, la idea de que a través de los 'logros concretos' se camina hacia la 'economía política del trabajo', hacia el progreso, etc. El interrogante sería qué mejoras son estimulantes o cuáles son insuficientes o 'integradoras'.

            b) El modo de lograr esas demandas es un factor importante. Si está basado en la lucha de clases y no en la colaboración, o si existe un poder independiente y su movilización constituye la diferencia, o bien por la naturaleza 'autónoma del control' obrero.

            c) En relación al papel del Partido tanto Rosa Luxemburgo como Gramsci, expresan que el Partido no debe 'dominar' la lucha espontánea y tiene una función más ideológica que organizativa, aunque en Gramsci, el Partido interactúa más con el movimiento espontaneo.

            d) En estos autores había un análisis optimista de los acontecimientos en Italia y Europa de los años 20. La conciencia de la clase obrera y el sindicalismo revolucionario fueron muy transitorios. Los límites de la conciencia sindical pueden variar notablemente según los diferentes contextos históricas y pueden cambiar radicalmente con un breve paso del tiempo.

            e) Es importante la 'percepción' que tienen los trabajadores sobre la dinámica de las mejoras materiales. Pero no se dispone de una teoría general que relacione lucha por reformas materiales con el desarrollo de la conciencia y, por tanto, la solución debe ser a través de la práctica.

5º ALGUNOS COMENTARIOS CRÍTICOS SOBRE HYMAN.

            a) LA VISIÓN DE LA CLASE OBRERA Y SU 'ESPONTANEIDAD'.

            Hay una visión de la clase obrera, especialmente en Gramsci y Trotsky, y de la que no se desprende totalmente el propio R. Hyman, como si fuera una clase homogénea, económica y positiva, como un sujeto revolucionario en potencia, clase 'portadora' de una esencia o naturaleza revolucionaria, que va desarrollando su 'espontaneidad' y se ve constreñida por la burocracia sindical y/o por la aristocracia obrera aburguesada. En Hyman no aparecen las grandes contradicciones internas de la clase obrera, ni los problemas políticos derivados de ellas (nacionales, de género, paro-empleo, etc.) y que han sido tan importantes para el desarrollo de los movimientos obreros y populares.

            La situación 'objetiva', y los intereses son contradictorios en el seno de la clase obrera y diferentes también con respecto al mantenimiento o derrocamiento del sistema capitalista. A partir de esto cobra importancia el tener en cuenta la 'estratificación' de la conciencia de la clase obrera y el papel de los sectores más avanzados y conscientes. Es a partir de esa visión contradictoria, como se enmarca el papel contradictorio de los sindicatos y la burocracia sindical y su relación con la clase obrera por un lado y con el sistema capitalista y el estado burgués por el otro.

            El problema de la potencialidad de la lucha sindical se debe enfocar precisamente, en que cobra importancia en la medida en que 'deja de ser sindical', por su amplitud y radicalidad, por sus enemigos, métodos de lucha y organización, etc., cuando adquieren rasgos más políticos y antiestatales.

            b) LOS CLÁSICOS Y LAS POSICIONES DE LENIN.

            Hyman está más próximo a Rosa Luxemburgo que de Lenin y no comprende o no comparte su enfoque de la lucha económica y su visión del movimiento sindical subordinado a las tareas generales de la revolución y del proceso revolucionario en su conjunto. El enfoque de Lenin no es seguir gradualmente unas fases de desarrollo de la lucha, organización y conciencia sindical, para pasar a la lucha sindical transitoria por el control y luego a la lucha sindical-política revolucionaria. El enfoque de Lenin, es la necesidad de la lucha sindical por reformas y objetivos inmediatos, con actividad y lucha de los sectores avanzados, combinando con luchas de otros movimientos y temas 'políticos', como la paz y la guerra, la reforma agraria y el campesinado, o la cuestión nacional, en un contexto concreto de correlación de fuerzas con el Estado.

            Lenin es escéptico con el desarrollo espontaneo de la lucha económica, pero no con las posibilidades de un conflicto revolucionario a partir de un gran movimiento huelguístico, en una coyuntura del poder en crisis y con una confrontación general como en 1905 y 1917.

            En conclusión, Lenin no comparte algunos enfoques unilaterales de algunos clásicos, como el 'espontaneismo' de Rosa Luxemburgo y del primer Gramsci por las virtualidades de la lucha de la clase obrera. La diferencia de Lenin con Rosa no es sólo sobre los límites y efectos de la lucha sindical, aceptando todos la necesidad del Partido revolucionario de vanguardia, sino en la necesidad de un proceso político diverso, no tan 'obrerista' de acumulación de fuerzas aprovechando todas las contradicciones, al mismo tiempo que reforzaba la tarea organizativa y dirigente del Partido.

            Lenin también critica el 'economicismo', no sólo desde su punto de vista de revalorizar la lucha específicamente política, sino también por su concepción de vincular cada lucha concreta o parcial a la ampliación de la lucha general y del movimiento revolucionario en su conjunto.

            Sin embargo, Lenin cae en el esquematismo de que el Partido revolucionario introduce la conciencia en la clase obrera desde fuera. Al revalorizar al papel del partido como portador de la teoría revolucionaria, lo separa excesivamente de la conformación de la experiencia de lucha de importantes sectores del proletariado. Es ilustrativa su tesis de que 'sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario' que podría ser justa entendiéndola de forma flexible y como interacción entre la actividad propiamente teórica, ideológica o cultural y la experiencia social y política de los movimientos populares como expresa E.P. Thompson. Sin embargo, en vez de avanzar en esa dirección la posterior aplicación de la teoría leninista, al acentuarse el papel de los partidos comunistas, llevará posteriormente a la instrumentalización del movimiento sindical, a la pérdida de autonomía de los sindicatos, utilizándolos como 'correa de transmisión' del Partido.

            c) LA VISIÓN IDEALISTA DEL MOVIMIENTO SINDICAL.

            Hay entre los clásicos una visión idealista del movimiento sindical en los años 20 que Hyman reconoce. Sin embargo, él tiene también una sobrevaloración del movimiento sindical inglés de la década de los 60, en especial de su capacidad de generar 'contrapoder'. Relativiza además la importancia del problema de la ausencia de sectores revolucionarios, a diferencia de los primeros años 20, y del papel de los sectores minoritarios más estables y organizados, que no solamente Lenin sino también Rosa y Gramsci planteaban como necesarios.

            Es interesante la experiencia de la corriente 'consejista' de orientación más o menos anarquista pero no se ha estudiado con profundidad. Con respecto al idealismo del papel de la clase obrera tienen similitud con los planteamientos 'consejistas' o de los 'soviets' de los comunistas, más o menos heterodoxos, aunque en la tradición anarquista se pone más el acento en la propia autonomía sindical y la separación de las organizaciones políticas comunistas o socialistas.

            d) LA VIRTUALIDAD DE LAS DEMANDAS TRANSITORIAS.

            Hyman acepta la importancia de estas reivindicaciones transitorias, recogiendo también expresamente las posiciones de Hobsbawn de reivindicaciones inalcanzables que chocan con la capacidad del sistema. En esto se sigue las concepciones de Trotsky y su enfoque gradualista de la lucha sindical.

            Con respecto a ello, creo, que la 'oposición del sistema a la demanda justa', no siempre genera descontento general y conciencia política radical y progresiva. Puede haber una modificación de la 'demanda', o una derrota o simplemente un descontento parcial o incluso llegar a la impotencia. La evolución por tanto no es determinista, sino muy compleja y variada en sus causas y condiciones concretas.

            El sistema 'económicamente', siempre es capaz de integrar y/o derrotar la lucha del movimiento obrero hasta el derrocamiento del Estado. Es decir, mientras haya un aparato estatal burgués y no haya una suficiente implantación de las fuerzas sociales radicales no se tiene una garantía de que por la fuerza no se derrote a las fuerzas obreras y sus aliados. Por tanto, se tiene que dar una grave crisis de poder, para que con la presión popular se puedan alcanzar demandas importantes estando en una situación prácticamente prerrevolucionaria. En este sentido las garantías para avanzar no son las conquistas concretas logradas sino en qué condiciones se logran y sobre todo en el grado de experiencia, organización y acumulación de fuerzas que se han adquirido. Por tanto, es la valoración del grado de avance 'político', y menos del grado de reivindicaciones conseguidas como se deben valorar el avance de los movimientos sindicales.

            Toda esta teoría marxista está referida a una época excepcional desde hace más de un siglo. Son, sobre todo, en los años 1917 a 1927 en que se da la polémica de los clásicos y donde realmente han existido situaciones prerrevolucionarias en diferentes momentos y países en Europa. El resto de las décadas se han caracterizado más por una situación defensiva del movimiento obrero, pudiéndose destacar la experiencia de un gran avance reivindicativo e institucional del sindicalismo a finales del siglo pasado en Alemania, y en las décadas de los 50 y 60 en Europa en general. Todo ello nos situaría en el predominio de otra tradición de pensamiento marxista, más socialdemócrata, y que se trata en el siguiente estudio.

            Sin embargo, hay que constatar, en los años finales de los 60 y primeros de los 70 (Mayo francés, otoño caliente italiano, transición política española...) se da en Europa una situación de ascenso de los movimientos sindicales y sociales en el marco de una cierta crisis política, social y cultural, pero que no llega a ser una crisis de poder o prerrevolucionaria según los clásicos, manteniéndose en general el movimiento sindical en una situación defensiva. La situación social europea desde hace veinte años hace que se haya abandonado, toda preocupación de transformación radical de la sociedad y estas apreciaciones teóricas son muy ajenas al propio mundo sindical.

            La gran conquista del movimiento sindical y de la izquierda en los últimos cincuenta años, junto a la presión del socialismo 'real' del Este y los propios intereses y condiciones del desarrollo capitalista, ha sido la consolidación del Estado de Bienestar, que no se puede asimilar completamente en el marco de las demandas transitorias de Hyman. Pero como hemos visto en esta década de los 90, esa conquista también es muy vulnerable ante las fuertes presiones neoliberales.

            d) OTROS ASPECTOS INTERESANTES DE REFLEXIÓN.

            Las apreciaciones críticas de Hyman tanto al 'optimismo', como al 'pesimismo' tienen muchas cosas interesantes. En primer lugar, hay que destacar las reflexiones sobre el carácter, no sólo de la burocracia sindical sino del conjunto de los sindicatos, y su relación con el sistema capitalista y el Estado por un lado y con la clase obrera por el otro. Es decir, los sindicatos tienen un carácter doble, como parte del Estado capitalista y del sistema, aunque parcialmente enfrentado al mismo, y al mismo tiempo, como 'representativo' de intereses inmediatos de diferentes sectores de la clase obrera, que encauza, negocia y participa en la 'regulación' del conflicto.

            En segundo lugar, el grado de integración o 'incorporación' del movimiento sindical es también reflejo del grado de integración y consenso general de la sociedad en su conjunto. En este sentido están bien las valoraciones de Hyman sobre las tendencias del movimiento sindical inglés hacia la estabilización de las relaciones de la 'democracia' y del marco parlamentario.

            En tercer lugar, hay que destacar que, a diferencia del siglo XIX con un Estado limitado, y de la situación posterior a la Iª Guerra mundial con una gran inestabilidad de los poderes políticos e institucionales, en la Europa tras la IIª Guerra mundial se acentúan los mecanismos del Estado para la regulación y neutralización de los conflictos sociales. Además, el papel de las fuerzas de izquierda, de los partidos socialdemócratas y comunistas han sido diferentes, favoreciendo la 'incorporación' de los sindicatos al marco estatal e institucional de las democracias.

            Por otra parte, el derrumbamiento del socialismo real del Este ha generado también un gran debilitamiento de las posiciones alternativas al actual modelo capitalista. También la dinámica económica y social actual, con la competitividad económica internacional y la segmentación de la clase obrera, van a dejar a la población trabajadora mucho más indefensa y vulnerable y a la defensiva de sus anteriores conquistas económicas y sociales.

B) RELACIONES INDUSTRIALES. UNA INTRODUCCIÓN MARXISTA[1]

0) INTRODUCCIÓN.

            En esta parte se abordan las características de los sindicatos, ya instalados y conformados como grandes instituciones sociales y en ausencia de una situación especialmente crítica como la de los años 20.

            En la introducción de este libro, Hyman expone la importancia de la teoría en las cuestiones sindicales manifestando su oposición al pragmatismo. El enfoque marxista es aplicar unas perspectivas a las relaciones industriales, a las relaciones sociales con los criterios siguientes:

            - De totalidad, como interrelación de las cosas, como sistema de conjunto.

            - De cambio, con una visión dinámica, como proceso histórico.

            - De contradicción, es decir viendo los aspectos opuestos.

            - De práctica, partiendo que las personas hacen su propia historia.

1º ¿QUÉ SON LAS RELACIONES INDUSTRIALES?

            a) Definir su objeto exclusivamente en términos de normas es demasiado restrictivo. Implica que su tarea es lograr la estabilidad y la 'normalidad' en la industria.

            b) El trabajo, bajo el capitalismo, es mercancía, coste para el empresario en contradicción con el beneficio empresarial y de ahí vienen los conflictos. Pero a partir de eso la lucha por el poder es el fenómeno fundamental. Aparecen entonces las Instituciones de regulación del trabajo para desviar la atención de las estructuras de poder y al mismo tiempo una serie de intereses económicos, tecnológicos y políticos. Hay un peligro de 'cosificación', de olvido de que son trabajadores vivos y no instrumentos. Estas instituciones encubren el carácter central que tiene el poder, el conflicto y la inestabilidad en los procesos de relaciones industriales.

            c) Los procesos de control sobre relaciones de trabajo son un proceso cambiante y continuo, que excluye las relaciones personalmente 'nuevamente' y proviene de un conflicto de intereses.

2º ESTRUCTURA DE LOS SINDICATOS.

            La estructura de los sindicatos hace referencia a las relaciones organizativas internas, pero sobre todo al movimiento como un todo. Hay elementos contradictorios en la conciencia de los trabajadores hacia la unidad y hacia la división, que se reflejan en la estructura organizativa sindical.

3º POLÍTICA SINDICAL Y DEMOCRACIA SINDICAL.

            El empresario tiene derecho de iniciativa sobre la producción y el proceso de trabajo, pero hay también procesos de resistencia 'informales' de los trabajadores.

            El sindicato, sólo a través del 'poder sobre sus afiliados', puede ejercer 'el poder para ellos', y tiene la función de arrebatar 'áreas de control' a la patronal.

            Hay una desviación sindical al utilizar el control sobre los trabajadores en función de su utilidad para intereses externos a la propia gente trabajadora, como el poder económico o la burocracia sindical. Por tanto son importantes las preguntas, ¿el poder y los intereses de quién?.

            No hay que quedarse en las características personales, como la 'apatía', la 'corrupción' o el 'arribismo'. La contradicción democracia-eficacia va paralela a la oposición poder popular-función de los expertos. Así la tendencia es que se presentan los fines o plataformas reivindicativas completamente claras y por tanto no se discuten, y por otro lado se manifiesta que la negociación para ser 'eficaz' es cosa de buenos 'expertos'.

            En general se da una tendencia a desempeñar las funciones de los sindicatos como agencia de servicios y a mantener una estabilidad organizativa. Pero la institucionalización lleva a menos democracia y participación aunque habría que diferenciar el control sindical del control obrero.

4º EL CAPITAL Y LAS RELACIONES INDUSTRIALES.

            En este capítulo Hyman expone, básicamente, las siguientes cuestiones:

            a) El capitalismo influye en la estructura, acciones y objetivos del sindicalismo. La acción sindical tiende a reaccionar más que a iniciar actividades ofensivamente, al igual que se preocupa más de las dificultades sectoriales e injusticias particulares que en generar conciencia sobre el capitalismo como sistema. Los métodos de lucha, incluida la huelga ordinaria son particularistas y fragmentados y son defensivos.

            b) El capitalismo estimula la fragmentación sindical por el grado de desarrollo desigual de las empresas. Así influye mucho el diferente papel del capital, de la mano de obra, de su dinamismo, de la inestabilidad del empleo, de la centralización del capital y sus 'racionalizaciones', etc.

            c) Las 'relaciones de poder' son un factor clave, así la política del capital para frenar la base de oposición sindical y fomentar la colaboración. También se utiliza el reconocimiento de derechos sindicales y la representatividad antes de consolidarse el movimiento para influir desde el principio, o bien haciendo reconocimientos selectivos. Igualmente se hace planteando un nivel de negociación más centralizado, con la introducción de tecnología, o con un sistema de retribuciones, en especial 'a prima', como medio de intensificación de los ritmos de trabajo y la negociación individual.

            d) La dominación de los individuos por un conjunto determinado de relaciones económicas es algo social e históricamente contingente. La conciencia y la ideología del sindicato son de importancia vital a la hora de mantener la subordinación ideológica. Con las formas más apropiadas de conciencia, organización y estrategia los sindicatos podrían tomar la iniciativa y hacer frente al poder del capital y del Estado que desempeña un papel crucial.

            e) Los objetivos del capital de mayor inversión y precios estables apuntan a un cambio de la relación capital-trabajo, entre beneficios y salarios y supone una limitación a los ingresos de los trabajadores, una intensificación de la presión en el trabajo y de la disciplina laboral y un refuerzo del control a pie de tajo.

5º IDEOLOGÍA Y ESTADO.

            Aquí se pone el acento en la necesidad de ir contra la ideología del 'interés nacional', la 'independencia y autonomía del Estado' y la 'neutralidad del Estado'. Hyman considera que el Gobierno y del Estado tienen un papel cada vez más activo y directo ya que necesitan una legitimidad social y evitar que aparezcan como favorecedores del capital, estimulando la idea de la 'nación como un todo'.

6º ORGANIZACIÓN Y ACCIÓN DE LAS BASES SINDICALES.

            a) La estructura de delegados de fábrica.

            Esta estructura comienza a partir de la defensa de los 'oficiales' ante la introducción del taylorismo y la extensión del pago por 'resultados', desde primeros de siglo XX, y se generaliza después de la IIª Guerra mundial. Tiene una función de 'negociar el orden' y 'participar' en las decisiones sobre empleo, disciplina, sanciones y organización del trabajo. También sobre las acciones huelguísticas, paros semi-espontáneos ilegales o extraoficiales por motivos particulares, que van reforzando la negociación descentralizada de fábrica y por tanto el papel de los delegados.

            b) Dos sistemas: el sindicato oficial y los delegados de fábrica.

            Hay una relación e interdependencia que refleja una diversidad de influencias. Así, el grado de autonomía y dependencia refleja diversos aspectos: El grado de experiencia y agresividad de los delegados, las normas y políticas del sindicato, el papel de la empresa favoreciendo a uno y otro. Pero los funcionarios sindicales dependen de la información y la afiliación sindical y por otro lado los delegados dependen también del apoyo exterior a la empresa.

            c) El desafío desde abajo.

            Hyman considera que la presión y la movilización de las bases sindicales son necesarias para restaurar el equilibrio de poder en el centro de trabajo. Es importante el control obrero ante el cambio técnico y organizativo para una mayor o menor explotación del trabajo. Sin embargo, la negociación normal es incapaz y tendente a la 'paz social' dejando la iniciativa al patrono.

            El desarrollo espontaneo y autónomo de la organización de base influye en la democracia interna y por tanto el poder del delegado depende del apoyo continuo de los trabajadores y trabajadoras.

            Hacia 1970 se incrementa la acción orientada directamente a presionar sobre la estructura oficial del sindicato y a intensificarse los conflictos sobre el control en el seno del sindicalismo.

            Sin embargo, hay una serie de presiones y tendencias en sentido contrario en los delegados: Preocupación por relaciones estables de negociación pacífica, dependencia de los delgados de la disposición de la empresa a solucionar muchas pequeñas cosas de la gente, burocratización de los Comités, con jerarquización y disciplina sobre los delegados 'revoltosos'. Al mismo tiempo la estabilidad, un marco definido de relación y coherencia son tareas que se imponen a los delegados y cuestiones que necesita la empresa para aplicar su disciplina y control. Además, hay inmediatismo en la acción, se habla de solidaridad y no se practica, mientras una serie de delegados se van integrando después de acceder a los puestos de dirección sindical, incluso a pesar de haber constituido antes grupos de lucha.

            d) Los límites del sindicalismo.

            La contradicción más general, intrínseca a la acción y conciencia sindical es que el capitalismo proporciona el ímpetu para que los trabajadores se organicen colectivamente, pero también determina el marco de la acción colectiva. En consecuencia, la lógica del sindicalismo imposibilita una puesta en cuestión seria de las desigualdades de poder y propiedad en que está basados el trabajo y el capital. Igualmente, la estrategia de acción sobre objetivos inmediatos, salarios, condiciones de trabajo, etc., limita los logros del sindicalismo.

            Las razones principales de esta limitación son de dos tipos. El primero el proceso de institucionalización, con el impacto del poder del capital sobre la política y organización sindicales. El segundo la hegemonía ideológica del capital que conforma las ideas de los trabajadores.

            e) Características políticas.

            Se pueden destacar las siguientes. Para la gran mayoría de sindicalistas sus acciones parciales son admisibles dentro del marco establecido por la economía política del capital.

            La organización y acción en el centro de trabajo ha sido importante y sus efectos 'acumulativos' han sido corrosivos para el capital. Han aumentado los costos del trabajo, desbaratado programas de producción y forzado concesiones, considerándose el 'problema central' de las relaciones industriales, pero que hay que complementarlo con varios limites expuestos a continuación.

            La inestabilidad económica y, en cierta medida social y política, que conlleva esta acción de las bases es 'deseada' sólo por una parte insignificante de sindicalistas. A menudo se esfuerzan en negar el carácter político de luchas que se enfrentan al poder del Estado y es una fuente de debilidad y confusión.

            Existe en la mayoría de la clase obrera una 'cuasi-ideología' crítica del orden social, aunque no radical y en absoluto revolucionaria, de defensa de sus intereses de clase, pero que coexiste con la aceptación práctica de las instituciones establecidas.

            En algún sector minoritario existe una ideología 'opositora' y la creencia de la posibilidad de un orden social alternativo. En época de estabilidad social solamente existe una pequeña minoría con esa ideología articulada. En períodos de inestabilidad la presencia de esa minoría en posiciones de influencia puede tener gran importancia. La escalada de la conciencia se incrementa y el peso de diversos sectores como mujeres, trabajadores de color, jóvenes, etc., con reivindicaciones y formas de acción nuevas y no institucionalizados favorecen los conflictos.

            Por último, hay que señalar la influencia positiva de una serie de desafíos a los valores y orden establecidos, que saliendo al margen de lo laboral aumenta la receptividad de los trabajadores y trabajadoras a las alternativas industriales, como por ejemplo la revolución colonial, el feminismo, el pacifismo, etc.

            f) El particularismo.

            Éste es el principal obstáculo, según Hyman, a la radicalización coherente de la lucha sindical. Los trabajadores, a falta de una ideología alternativa, definen sus intereses, no en tanto miembros de una clase, sino de acuerdo a las demarcaciones impuestas por la división capitalista del trabajo.

            La posición de ventaja del capital también está protegida por la diversidad y el desfase de las luchas. Sólo se puede combatir con un programa amplio que deje como secundarias las diferencias entre la población trabajadora y evitar la resistencia al carácter necesariamente 'político' que tendría ese programa.

            Pero no todo es negativo. La conciencia de clase debe formarse a partir de la 'experiencia directa' de las personas en torno a las relaciones sociales de producción, y el contacto inmediato es en la empresa o sectorial. Además, la lucha sectorial puede ser integradora según se perciban, articulen y refuercen los intereses sectoriales con respecto a los de otros grupos de gente trabajadora. Así pueden darse en oposición unas acciones de otras, en aislamiento o conjuntamente. Algunos temas y reivindicaciones son perfectamente unificadores y otros lo opuesto.

            Las características salariales en Gran Bretaña han tendido predominantemente a producir división, a centrarse en aspectos 'comparativos', en parte debido a la noción de que existe un 'fondo de salarios' fijo, lo cual implica que un grupo puede ganar sólo a expensas del otro.

            g) El control sobre el proceso productivo.

            Este control ha perdido el exclusivismo que tenía hasta el siglo XX de status privilegiado de los oficiales. Al igual que con otras condiciones de trabajo, es más probable que se reconozca la existencia de intereses comunes. Consiste en la determinación por el conjunto de la fuerza de trabajo de la naturaleza, métodos y objetivos de la producción.

            A través del control sobre el proceso productivo se pueden superar las divisiones con los sectores administrativos y técnicos. Conlleva la exigencia de democratización del control de la industria, de sus consecuencias ante las innovaciones tecnológicas, el desempleo y estimula la lucha por los derechos sindicales.

7º CONFLICTO Y PACTO.

            a) Formas de conflicto, organizado y no.

            Las formas de conflicto pueden ser no organizadas o individuales, como absentismo, baja productividad, movilidad, accidentes, etc. que son expresión de descontento y que van acompañadas a menudo de 'indisciplina', sabotaje individual, etc. como reacción ante unas relaciones de trabajo desagradables. El conflicto organizado es una forma práctica, una transformación del papel pasivo y reactivo en un papel activo y con iniciativa.

            b) Las tendencias a la colaboración.

            El Sindicato perdería toda credibilidad ante la patronal si nunca adoptara una posición firme, pero tiende a ser la excepción, no la regla. Las ideas y tendencias para conseguir la paz laboral son sobre todo dos. Una la 'institucionalización' al expresarse el conflicto por una red de procedimientos e instituciones. La otra por la 'inevitabilidad' de colaborar, ser constructivos y cooperar.

            Estas dinámicas se basan en tres hechos:

            - 'La obtención de mejoras': Ya que los sindicalistas que negocian lo resaltan como grandes éxitos, construyendo una válvula de escape al descontento y la frustración.

            - 'La legitimidad social de los sindicatos':  Su reconocimiento por los poderes públicos y la preocupación por la 'seguridad' de la organización y su estabilidad.

            - 'El ritualismo de los métodos': El huir del radicalismo en las forma de lucha y el considerar el paro y la huelga como el proseguir la 'negociación por otros medios'.

            Todo esto se justifica con el enfoque teórico del 'pluralismo', de que hay intereses contrapuestos, pero no fundamentales, como para que no se puedan resolver mediante la negociación y el compromiso.

            c) Dualidad del sindicalismo.

            El sindicalismo es un instrumento mediante el que los trabajadores crean una fuerza social mucho mayor, ya que la unidad y la coordinación sustituyen a la competencia y la división.

            También puede considerarse como 'gestión del descontento' manipulable por la patronal y el gobierno con la tendencia en los representantes sindicales a ser instrumentos de transmisión ante los afiliados de las presiones externas.

            Según Marx la estructura y dinámica del capitalismo fijan estrechos límites a lo que puede lograrse y dan al traste con las condiciones conseguidas.

            En conclusión, conflicto y pacto es una dialéctica intrínseca al sindicalismo, un reflejo inevitable de las relaciones sociales de producción capitalista. El capital pone límites y en la medida que los sindicatos no respondan, habrá desafíos desde abajo, o bien apatía y desintegración, o bien la creación de nuevos cauces de expresión del descontento.

C) ¿DELEGADOS OBREROS O FUNCIONARIOS SINDICALES?[2]

            A la altura de 1979 Hyman se hace más realista con respecto a las expectativas del movimiento sindical. Aprovecho también este artículo para sintetizar las conclusiones generales sobre los planteamientos de Hyman que se han ido expresando a través de los comentarios anteriores:

            a) En relación al movimiento sindical inglés, o mejor británico, en 1979 se han ido operando, con el cierto reflujo y desmovilización iniciado en 1977 y 78 unas tendencias más negativas, de las expresadas en 1975, en un momento de movilizaciones importantes de las TUC, durante los años 1970 al 1975. Los rasgos y tendencias negativos que más se acentúan son los siguientes:

            - Burocratización del movimiento de base.

            - Acentuación de las tendencias anteriores de corporativismo, seccionalismo y economicismo.

            - Más jerarquización y centralización sindical.

            - Grandes obstáculos para profundizar la participación y la democracia, siendo aspectos vitales.

            - Los problemas de la democracia sindical van unidos a los de la conciencia política general de la clase obrera y en ese momento hay un proceso de derechización del laborismo, de crisis económica, ofensiva conservadora antisindical y falta de unos sectores o corrientes más combativos y organizados. 

            b) En la década de los 80, podríamos decir que junto a sectores con cierta combatividad y la existencia de luchas de importancia, la tendencia general es de debilitamiento del movimiento sindical británico, con una ofensiva antisindical muy agresiva del Gobierno Thacher. Igualmente, después del auge del movimiento sindical en Europa entre los años 1968 a 1979, se ha ido configurando no solamente una mayor desmovilización, sino una acentuación de los rasgos más negativos en los grandes sindicatos de los que Hyman con mucha clarividencia señala. La década de los 90 con el nuevo auge del neoliberalismo, la segmentación de la clase obrera y con el hundimiento del Este y los reflejos de cierta crisis de la izquierda, supondrá una nueva fase más defensiva y de crisis para los sindicatos europeos, con pérdida de capacidad transformadora, e incluso de base afiliativa y prestigio.

            c) Además de los problemas de organización de las bases sindicales y de la propia acción sindical, apuntadas anteriormente, lo más significativo son los problemas de la propia participación y democracia sindical para que los sindicatos puedan ser un buen instrumento reivindicativo y asociativo. El problema central se sitúa en cómo hacer frente a la tendencia espontanea de todo sindicato a la negociación-colaboración-institucionalización. La cuestión no se resuelve como tradicionalmente en las teorías de la Tercera Internacional de entreguerras, o de la tradición de la IVª Internacional, de apuntar al cambio de la dirección de los sindicatos, conquistando sus aparatos y poniendo a personas más radicales en vez de más reformistas.

            La cuestión tampoco se agota en intentar dar un giro a las políticas sindicales. El auténtico problema, como empieza a apuntar Hyman es el cuestionamiento del propio papel de los sindicatos, de ver la complejidad y profundidad de esas tendencias negativas, de replantearse el papel de la burocracia y las formas organizativas. Pero todo ello también es dependiente del contexto general socioeconómico, político y cultural, e incluso de las condiciones demográficas de un movimiento sindical más envejecido.

            d) El clima social en general, en Europa, está bastante calmado, y ante la ausencia de una dinámica de movilizaciones sostenidas y con amplia participación de la población trabajadora, es difícil prever unas modificaciones sustanciales de la propia dinámica de los sindicatos. El futuro es incierto, e incluso pueden generarse dinámicas de profundización del debilitamiento sindical y de retroceso social y laboral. Sin embargo, los graves problemas que aparecen, de alto nivel de paro y precariedad, recorte de las prestaciones sociales y del Estado de Bienestar pueden convertirse también en otra nueva fuente de malestar, y especialmente entre la juventud precarizada, ante la ausencia de expectativas socioeconómicas y la evidencia de nuevos valores culturales. Pero su expresión asociativa y de tipo de actividad puede ser parcialmente diferente a la de las décadas anteriores donde ha habido un fuerte protagonismo de los sindicatos, aunque con la cada vez mayor influencia de otros movimientos y corrientes sociales y de nuevos cambios culturales.

     [1] Comentarios a partir del libro de Richard Hyman de este título publicado en H. Blume Ediciones en 1975, y basado especialmente en la experiencia del movimiento sindical británico.

     [2] Comentario sobre el artículo de este mismo título de R. Hyman, publicado en la Revista Transición en 1979, donde matiza algunas de sus posiciones anteriores.

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